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Conocer los signos de depresión y suicidio podría salvar una vida

En muchos sentidos, nuestro mundo está más conectado que nunca, con espacios de redes sociales de todo tipo que brindan acceso en tiempo real las 24 horas del día.

Sin embargo, incluso con toda esa conexión y comunicación, las tasas de suicidio siguen en niveles alarmantes, lo que demuestra que la sensibilidad y el conocimiento de las señales de advertencia son fundamentales para brindar intervenciones que salven vidas.

No es suficiente estar en contacto; más bien, debemos familiarizarnos con las señales de que alguien está en problemas y estar dispuestos a hablar directamente sobre esos comportamientos.

El suicidio es una de las principales causas de muerte en los EE. UU., y los veteranos de nuestra nación representan más del 20 por ciento de los más de 100 suicidios cada día. Los hombres de mediana edad (definidos como aquellos de 35 a 64 años) tienen ahora tres veces más probabilidades de morir por suicidio que las mujeres de la misma edad. Es importante reconocer que por cada persona que muere por suicidio, hay otras 25 que intentarán hacerlo.

Señales a las que prestar atención

Si bien todos estos datos pueden ser desalentadores, el conocimiento tiene poder. El suicidio se puede prevenir en muchos casos, y todos tenemos un papel que desempeñar para ayudar a salvar las vidas de nuestros vecinos, amigos y familiares. Comienza por conocer los factores de riesgo del suicidio, como:

  • Sentimientos de desesperanza
  • Sentirse una carga para los demás o pensar que el mundo estaría mejor sin ellos
  • Ansiedad, agitación o problemas para dormir
  • Alejamiento de amigos, familiares o actividades habituales
  • Abuso de sustancias
  • Actuar de manera imprudente o participar en actividades riesgosas
  • También implica demostrar que te preocupas haciendo las preguntas difíciles. Aunque muchas personas tienen miedo de sacar el tema a la luz, pensando que puede hacer que su amigo o ser querido actúe según sus pensamientos suicidas, estos temores no están validados en la investigación. De hecho, abordar el tema permite un diálogo que brinda aliento y apoyo. La investigación muestra que preguntarle a una persona si está pensando en quitarse la vida puede alentarla a compartir sus pensamientos y facilitar intervenciones que salven vidas.

Además del miedo a sacar el tema a la luz, los familiares y amigos preocupados pueden verse influenciados negativamente por una serie de mitos en torno al suicidio:

Mito: “Las personas que se suicidan no advierten a los demás sobre ello”.

Realidad: Ocho de cada diez personas que se suicidan dan pistas claras sobre sus intenciones, aunque algunas pueden ser no verbales o difíciles de detectar.

Mito: “Las personas que hablan de suicidio solo intentan llamar la atención, pero en realidad no lo hacen”.

Realidad: La mayoría de las personas que amenazan con un intento de suicidio realmente lo intentarán.

Mito: “Después de que una persona ha intentado suicidarse, probablemente no lo vuelva a intentar”.

Realidad: Las personas que han intentado suicidarse tienen muchas probabilidades de volver a intentarlo. Aproximadamente el 80 por ciento de las personas que mueren por suicidio han intentado suicidarse al menos una vez.

Mito: “Una vez que el estado emocional de una persona mejora, el riesgo de suicidio desaparece”.

Realidad: La tasa más alta de suicidio ocurre dentro de los tres meses posteriores a una aparente mejora en un estado de depresión severa. La mejora en un estado emocional no significa una disminución del riesgo.

Al informarnos sobre estos mitos y señales de advertencia, podemos comprender mejor el suicidio y sentirnos capacitados para tomar medidas. Lo más importante es que aumentamos nuestras posibilidades de salvar una vida.

Jenny Harrison es vicepresidenta de Crisis, Acceso y Compromiso de Centerstone.

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