Cuando el corazón no llora, llora el cuerpo

Escrito y verificado por la psicóloga Fátima Servián Franco.

Existe una conexión entre las enfermedades y las emociones. Las emociones no surgen de la nada, sino que están relacionadas con nuestro modo de interpretar lo que nos sucede y estas reacciones pueden dar lugar a síntomas fisiológicos. Del mismo modo que las enfermedades físicas influyen en nuestro estado de ánimo y nos provocan temor, miedo o preocupación, muchos problemas psicológicos que tienen su reflejo en cómo sentimos nuestro cuerpo.

Cuando la relación mente cuerpo ve alterada su armonía, debido a emociones displacenteras, sentimientos negativos, baja autoestima y situaciones de estrés, aparecen las enfermedades psicosomáticas. Son consideradas dolencias físicas cuya aparición y curso puede relacionarse con factores psicológicos. Al hablar de síntomas psicosomáticos nos referimos a las dolencias físicas para las que no se tiene la posibilidad de practicar un diagnóstico médico.

Proyección de las emociones en el cuerpo

Existen diferentes modalidades en las formas de manifestación de trastornos o alteraciones orgánicas que tienen su correlato con factores de orden psicológico:

Digestivas: colon irritable o síndrome de intestino irritable. Se vincula con la ira, el enfado, y la agresividad.
Corazón y sistema cardiovascular: relacionado con la euforia, histeria, excitación, hipersensibilidad y nerviosismo.
Respiratorias: en la depresión ante el factor sorpresa se corta la respiración, la emoción sofoca y los estados de angustia ahoga.
Mujer con los ojos cerrados llorando

Endocrinas: se ven alterados por desequilibrios emocionales como la ansiedad, la duda, el escepticismo y los celos.
Genitourinarias: vinculados al miedo, la falta de autoestima, la timidez y la desesperanza.
Dermatológicas o cutáneas: guardan relación con las dificultades para comunicarse cuando uno quiere imponer su palabra, el exceso de autoridad y el dominio sobre los demás.

Nuestro cuerpo grita cuando las emociones callan

Ante una misma dolencia o enfermedad su manifestación física se desarrolla de una u otra manera, dependiendo del estado de ánimo con el que la afrontemos. En enfermedades como el cáncer o la fibromialgia está demostrado que el aprender a gestionar las emociones y encontrar cierto equilibrio emocional ayuda a la recuperación del paciente.

Cuando las emociones no se expresan se produce un déficit en la mentalización de las emociones, las sensaciones corporales aparecen escasa o nulamente asociadas a estados mentales.

Un concepto muy importante relacionado con la incapacidad de expresar emociones es la alexitimia. Describe un grupo de síntomas observados en personas con enfermedades psicomáticas y manifiesta una dificultad en identificar y describir emociones, así como una vida de fantasía interna empobrecida.

Las diferentes causas de la alexitimia incluyen rasgos hereditarios, genéticos, neuronales, lesiones cerebrales, o traumas. Las personas con alexitimia son a menudo descritas por los demás, incluyendo a sus seres queridos, como frías y distantes. Carecen de habilidades empáticas y tienen grandes dificultades para comprender y responder con eficacia a los sentimientos de otras personas.

La represión emocional

Se ha planteado la existencia de un fenómeno de represión emocional en la alexitimia. La represión serviría para mantener experiencias dolorosas o desagradables fuera de la conciencia. Los individuos la utilizan como una estrategia defensiva y tendrían, por lo tanto, menos acceso a recuerdos emocionales, especialmente a aquellos acontecimientos negativos o desagradables.

El bloqueo emocional es la respuesta dada por muchas personas a un padecimiento vivido como amenazador o grave, reflejado en la dificultad para reconocer y regular las emociones propias, con objeto de autoprotegerse contra el sufrimiento. Aunque lejos de proteger, este estilo emocional tiene graves consecuencias clínicas y sociales. Lo que la boca calla el cuerpo grita.

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