Estudio revelan dónde se ubica y cómo se activa el amor en el cerebro
Los investigadores, que publicaron sus hallazgos en la revista Cerebral Cortex, midieron la actividad cerebral mediante imágenes por resonancia magnética funcional (IRMf). Para identificar las áreas que se iluminan en señal de amor, 55 padres que se describieron como personas que mantenían relaciones amorosas escucharon historias breves grabadas relacionadas con el amor por un hijo, una pareja romántica, un amigo, un desconocido, una mascota y la naturaleza.
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“Ahora proporcionamos una imagen más completa de la actividad cerebral asociada con diferentes tipos de amor que las investigaciones anteriores”, dijo la coautora del estudio Pärttyli Rinne en un comunicado. “El patrón de activación del amor se genera en situaciones sociales en los ganglios basales, la línea media de la frente, el precúneo y la unión temporoparietal a los lados de la parte posterior de la cabeza”.
El amor por los hijos generó la actividad cerebral más fuerte, seguida muy de cerca por el amor romántico. “En el amor paternal, se produjo una activación profunda del sistema de recompensa del cerebro en el área del cuerpo estriado mientras se imaginaba el amor, y esto no se observó en ningún otro tipo de amor”, explicó Rinne.
Curiosamente, aunque tal vez no fue una sorpresa para los dueños de mascotas, los investigadores pudieron identificar qué participantes tenían un amigo peludo en casa. A los participantes se les reprodujo la siguiente narrativa o una similar: “Estás en casa recostado en el sofá y tu gato mascota se acerca a ti. El gato se acurruca a tu lado y ronronea soñoliento. Amas a tu mascota”. En el caso de las personas con mascotas, se activaron las áreas del cerebro asociadas con la cognición social, las mismas áreas que se activaron para todos los tipos de amor interpersonal.
“Al observar el amor por las mascotas y la actividad cerebral asociada con él, las áreas cerebrales asociadas con la sociabilidad revelan estadísticamente si la persona es o no dueña de una mascota”, dijo Rinne. “En el caso de los dueños de mascotas, estas áreas se activan más que en el caso de los que no tienen mascotas”.
Como era de esperar, el amor compasivo hacia los extraños provocó menos activación que el amor hacia un hijo, una pareja o un amigo. Pero el resultado también puede deberse a los tipos de narrativas que los investigadores utilizaron.
“Cabe señalar que nuestra condición de amor hacia los extraños siempre implicó un comportamiento altruista cotidiano hacia el extraño, correspondido con una expresión de gratitud”, escribieron los autores. “Por lo tanto, se podría argumentar que la condición de amor hacia los extraños no es, de hecho, amor de seguimiento, sino más bien compasión o altruismo”.
El amor por la naturaleza activó tanto el sistema de recompensa como las áreas visuales del cerebro, pero no las relacionadas con la cognición social.
Además de ser fascinante, la investigación puede tener implicaciones en el ámbito del bienestar. El equipo, que el año pasado publicó un artículo sobre dónde las personas sienten diferentes tipos de amor en el cuerpo, espera que sus hallazgos ayuden a informar las intervenciones de salud mental para afecciones como los trastornos del apego, la depresión y los problemas de relación.