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Van Gogh y el misterio del color amarillo

Este famoso pintor holandés, tristemente, desechó la verdad que le impartieron en su hogar cristiano y se hundió en la depresión y la destrucción.

El secreto mejor guardado de la vida de van Gogh es que la verdad que iba descubriendo se refleja en el aumento gradual de la presencia del color amarillo en sus pinturas. El amarillo evocaba (para él) la esperanza y la calidez de la verdad del amor de Dios. En uno de sus períodos depresivos, como se aprecia en su famosa “Noche Estrellada”, se aprecian un sol amarillo y estrellas amarillas girando, porque Van Gogh creía que la verdad solo estaba presente en la naturaleza.

Trágicamente, la iglesia, que se yergue en esta pintura y debería ser la morada de la verdad, es prácticamente el único elemento de la pintura que no muestra rastros de amarillo. Pero para cuando pintó “La Resurrección de Lázaro”, su vida estaba mejorando al comenzar a afrontar la verdad sobre sí mismo. Toda la imagen está (cegadoramente) bañada en amarillo. De hecho, Van Gogh pintó su propio rostro en Lázaro para expresar su esperanza en la Resurrección.

El amarillo lo dice todo: la vida puede comenzar de nuevo gracias a la verdad del amor de Dios. Cada uno de nosotros, ya sea con amarillos reales o metafóricos, puede empezar a pintar sus vidas con la renovada esperanza de un nuevo comienzo.