Por Teresa Herbert / therbert@bidmc.harvard.edu
Aunque muchas personas intentan lograrlo con cremas, lociones, inyecciones y cirugías, una nueva investigación publicada en el Journal of the American Academy of Dermatology indica que una mayor expresión de ciertos genes podría ser la clave para una piel de aspecto y comportamiento intrínsecamente más joven.
“No se trata solo de los genes con los que nacemos, sino de cuáles se activan y desactivan con el tiempo”, afirmó la autora principal, la Dra. Alexa B. Kimball, MPH, dermatóloga y presidenta y directora ejecutiva de Harvard Medical Faculty Physicians en el Centro Médico Beth Israel Deaconess, quien dirigió la investigación para el estudio mientras trabajaba en el Hospital General de Massachusetts. “Encontramos una amplia gama de procesos en la piel afectados por el envejecimiento y descubrimos patrones específicos de expresión génica en mujeres que aparentan menos de su edad cronológica”.
Para crear un modelo integral del envejecimiento cutáneo, Kimball y sus colegas recopilaron e integraron datos a nivel molecular, celular y tisular de la piel expuesta al sol (rostro y antebrazo) y de la piel protegida (glúteos) de 158 mujeres blancas de entre 20 y 74 años. Como parte del estudio, el equipo buscó patrones de expresión génica comunes en mujeres que aparentaban menos años que su edad cronológica.
La apariencia física de la piel facial se capturó mediante imágenes digitales y análisis. Se procesaron muestras de piel para su análisis y se recogieron muestras de saliva para la genotipificación.

Los análisis revelaron cambios progresivos entre los 20 y los 70 años en vías relacionadas con el estrés oxidativo, el metabolismo energético, la senescencia (envejecimiento) y la barrera cutánea. Estos cambios se aceleraron entre los 60 y los 70 años. La comparación de muestras de piel expuestas y protegidas al sol reveló que ciertos cambios genéticos probablemente se deban al fotoenvejecimiento.
Los patrones de expresión génica de las mujeres del estudio que presentaban una apariencia más joven fueron similares a los de las mujeres que en realidad eran más jóvenes. Estas mujeres presentaron una mayor actividad en genes asociados con procesos biológicos básicos, como la reparación del ADN, la replicación celular, la respuesta al estrés oxidativo y el metabolismo proteico. Las mujeres con piel facial excepcionalmente juvenil en grupos de mayor edad también presentaron una mayor expresión de genes asociados con la estructura y el metabolismo mitocondrial, la estructura epidérmica general y la función de barrera en sus muestras epidérmicas faciales, así como con la producción de matriz dérmica.
Una mejor comprensión de los genes asociados con una piel de apariencia juvenil podría impulsar nuevas estrategias para potenciar los factores que ralentizan el proceso de envejecimiento cutáneo. Este trabajo también confirmó que la exposición a la radiación ultravioleta (UV) es un factor clave que impulsa y acelera el envejecimiento cutáneo.

Nos sorprendió especialmente la identificación de un grupo de mujeres que no solo mostraban una apariencia de piel mucho más juvenil de lo esperado según su edad cronológica, sino que también presentaban un perfil de expresión génica específico que imitaba la biología de una piel mucho más joven. Parece que su piel lucía más joven porque se comportaba de forma más joven —señaló Kimball—. Mejorar nuestra comprensión de las decisiones y los factores que condujeron a este perfil específico probablemente será de gran interés a lo largo de las edades.
El equipo de investigación incluyó investigadores de diversas instituciones, como el Hospital General de Massachusetts y la Facultad de Medicina de Harvard, The Procter & Gamble Company, Procter & Gamble IGK y 23andMe, Inc. Este trabajo contó con el apoyo de Procter & Gamble.